Conocida también como rosa de Abisinia, la jamaica es una flor de color rojo, originaria de África.
¿Sabías que el viaje de la flor de jamaica hacia tierras mexicanas comenzó en el siglo XVI.? Todo fue gracias a la Nao de China o Galeón de Manila, un imponente barco español que cruzaba todo el mar Pacífico para llegar desde Filipinas hasta Acapulco.
La flor de jamaica suele ser reconocida por sus propiedades terapéuticas y/o medicinales. Esto se debe a que, como la mayoría de las plantas, concentra múltiples vitaminas, minerales y compuestos bioactivos llamados fitoquímicos, con diversas propiedades antioxidantes, antiinflamatorias e antihipertensivas.
Es particularmente rica en hierro y calcio, dos minerales relevantes para la salud, particularmente durante la infancia, adolescencia y la edad reproductiva.
Por su naturaleza la flor es fuente de fibra, esta promueve la salud digestiva y cardiovascular, al promover la reducción de colesterol y azúcar en sangre.
No solo se hacen aguas e infusiones, sino que su uso se ha ido expandiendo a través del tiempo: ahora podemos encontrar vinos, mermeladas, conservas, quesadillas, salsas, sopas, licores, postres, tostadas, tacos y hasta botanas fritas. Además, se ha convertido en un ingrediente esencial de la cocina vegetariana. Quién diría que un símbolo nacional de nuestra gastronomía, como lo es la flor de jamaica, atravesó dos continentes y miles de kilómetros para llegar hasta aquí.
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